lunes, 2 de octubre de 2017

Los audífonos

Que esta entrada me sirva de desahogo.
Estoy harta de los audífonos.
Que Quique los lleve puestos más de media hora seguida empieza a ser misión imposible.
No los quiere. 
Creo que le da igual oir mejor. Oye y aunque su audición sea de mala calidad y pierda mucha información a él le sirve. Así es como se ha acostumbrado a escuchar. 
Qué difícil se está haciendo la adaptación. Cada vez se los quita con más frecuencia. En el cole, según me cuentan sus profes, empieza a ser insufrible para el niño y para ellos mismos estar continuamente preocupados por los dichosos audífonos. Además, nos da miedo que los pierda, porque baratos, precisamente, no son.
En fin. Que ahí vamos, poco a poco. Pero muy poco a poco. No avanzamos. Cuando mejor los tolera es en la calle. Así que hemos cogido la costumbre de ponerlos siempre que salimos a pasear. Eso sí, es abrir la puerta de casa y ya está Quique con los audífonos en la mano:
- "Mamá eto, a guadá".

La semana pasada estuve hablando con la audióloga, insistió en que lo ideal es que los lleve el máximo tiempo posible pero que no nos agobiemos. La adaptación es lenta. Hay niños que les cuesta más.
Comenzó programando un volumen más bajo para los audífonos por si estaban demasiado altos y eso podía molestarle y terminó con una serie de recomendaciones:
- Evitar que Quique vea los audífonos como algo negativo. (Esto es muy complicado porque lo cierto es, que a Quique no le gustan los audífonos. Le estorban.)
- Si se toca mucho, quizá es porque le pican. Podemos embadurnar los moldes con vaselina para ver si le molestan menos.
- Aprovechar los tiempos en los que Quique esté más tranquilo y aquellas actividades en las que esté tan centrado que no atiende a otra cosa, así no se acuerda de toquetearse en los oídos. Por ejemplo, cuando esté haciendo algún puzle.
 - Si pitan (que sucede a menudo) es que están mal metidos. Si están bien puestos no deberían pitar nada.  
Para el cole hemos decidido que los lleve a primera hora, que al parecer está más tranquilo. Y cuando se los quite y no haya forma de volvérselos a poner, guardarlos hasta que se olvide de ellos o esté más tranquilo para intentarlo de nuevo.
Vamos a ver si poco a poco conseguimos la adaptación completa.

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