lunes, 12 de marzo de 2018

Cambios

Siempre he dicho que la evolución de Quique es muy buena. Se mantiene estable. No mejora pero tampoco empeora.
Últimamente estamos notando cambios en él que no me gustan nada. Se muestra más desconectado con su entorno. Supongo que influye el haber perdido audición y no tolerar para nada sus audífonos. El caso es que está en su mundo, más "estilo Santi". A lo suyo, hablando menos y llorando más. Cosas que decía claramente como "medicina" para pedir el melamil e irse a dormir ha dejado de hacerlo y solo es "agua" o "bebé" (=beber).
Se vestía y desvestía con muchísima soltura. Ya nos cuesta más. Puede salir a la calle un día de lluvia con un solo zapato y no notarlo. Después de andar unos diez minutos, cuando ya tenía el pie calado, me avisó con un "pupa" de que le faltaba un zapato. Pobre, no me había dado ni cuenta, confíe en que se vestía solo. Así que me tocó llevarle en brazos... 28 kilitos... Qué se le va a hacer.
Ha dejado de parar al acercarse a un semáforo y hay que estar muy pendiente de agarrarle para que no cruce la calle. Caminando por la calle, si se alejaba un poco, solía mirar hacia atrás para localizarnos y parar para esperar. Ya no te puedes fiar de él, tira para adelante y no espera a nadie.
El otro día en el hospital se me escapó en el pasillo. El mismo pasillo que recorremos cada martes, donde siempre que se escapaba se paraba a esperarme. Ya no, el último día, se metió en el ascensor y se fue él solo. Una señora se fijó que había dado al botón del sótano así que escaleras corriendo hacia abajo para intentar llegar antes que él. No lo conseguí. Cuando bajé, no le vi. Y empezó el agobio, ¿habrá bajado aquí?, ¿habrá salido en otra planta? Pregunté a un par de enfermeras que estaban hablando pero no se habían fijado así que probé suerte por un pasillo. El que se iba hacia la calle y allí le encontré. Menos mal que la señorita de información le vio un poco perdido y se mosqueó. Le paró en la puerta de la calle y no le dejó salir. Pensándolo después supongo que iría hacia el metro y es que los trenes le siguen fascinando aunque ya pasa de jugar con ellos. Porque ya hemos abandonado los puzles y los trenes, ahora el único entretenimiento es encender y apagar luces y abrir y cerrar puertas. 
Cuando regresé a nuestra planta con la doctora, quien estaba tan asustada como yo, tenía movilizado al equipo de enfermeras buscándole por varias plantas. Cuántas caras de alivio cuando nos vieron aparecer. Ese día nos llevamos el susto. 

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